Ser o no ser lector(e)s: Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez Mantecón

Juan Ramón Jiménez Mantecón, nacido en Huelva el 23 de diciembre de 1881, fue un poeta español, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1956.

Estudió en la Universidad de Sevilla y murió el 29 de mayo de 1958 en Puerto Rico donde recibió ya casi moribundo la noticia de la concesión del Premio Nobel.

Los poemas de Rubén Darío (miembro más destacado del Modernismo en la poesía española) le conmovieron especialmente en su juventud y la lectura de los simbolistas franceses acentuó su inclinación hacia la melancolía.

En 1900 publicó Ninfeas y Almas de violeta que fueron sus dos primeros libros de poesía.

Poco después se instaló en Madrid, haciendo varios viajes a Francia y E.E.U.U donde se casó con Zenobia Camprubí, su compañera ejemplar de toda la vida.

En 1936 se vio obligado a abandonar España debido a la Guerra Civil española. E.E.U.U, Cuba y Puerto Rico fueron sus sucesivos lugares de residencia.

Poesías escogidas (1971), Segunda antología poética (1922), Canciones (1936) y Tercera antología (1957) son libros destacables de toda su numerosa obra.

La influencia del Modernismo se percibe en sus primeros libros, aunque su mundo poético pronto apunta hacia lo inexplicable, con unos poemas espirituales, de sutiles estados líricos y lenguaje musical.

Con el paso del tiempo su estilo se hace cada vez más depurado, siempre en busca de la belleza absoluta, de la poesía y del espíritu fundido con el lirismo esencial interior, sin dejar de ser al mismo tiempo metafísico y abstracto como se aprecia en Baladas de Primavera (1910) o La Soledad Sonora (1911).

Diario de un poeta reciencasado (1917) es una de sus grandes obras al igual que uno de los grandes libros en la poesía española, le siguen Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y Estación Total (1923-36) que es uno de los puntos más altos de su poesía en el cual la identificación del poeta con la belleza y la plenitud total es casi absoluta.

En 1917 escribió Platero y yo, libro en prosa poética al que debe gran parte de su fama mundial y en el que funde fantasía y realismo en las relaciones de un hombre y su asno, siendo este el libro español traducido a más lenguas del mundo.

Quedaba claro que Platero y yo era un texto adulto, aunque por su sencillez y transparencia se adecuara perfectamente a la imaginación y al gusto de los niños.

Algunos capítulos enceraban en si cierta crítica social.

El poeta simbolista y romántico, metafísico y puro después se revela finalmente como un visionario y metafísico que mantiene una alta tensión poética a partir de iluminaciones nacidas en lo profundo de su sensibilidad.

Selección de textos

Vino, primero, pura,

vestida de inocencia;

Y la amé como un niño.

Luego se

fue vistiendo

de no sé qué ropajes;

y la fui odiando,

sin saberlo.

Llegó a ser una reina,

fastuosa de tesoros…

¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

…Mas se fue desnudando.

Y yo le sonreía.

Se quedó con la túnica

de su inocencia antigua.

Creí de nuevo en ella.

Y se quitó la túnica

y apareció desnuda toda.

¡oh pasión de mi vida,

poesía

desnuda, mía para siempre!

-Poema V de Eternidades,

J.R. Jiménez.

“PLATERO es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no

lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro (…) Sí. Yo sé que, a la caída de la tarde, cuando, entre las oropéndolas y los azahares, llego,

lento y pensativo, por el naranjal solitario, al pino que arrulla tu muerte, tú, Platero, feliz en tu

prado de rosas eternas, me verás detenerme ante los lirios amarillos que ha brotado tu

descompuesto corazón.

-Primer y último párrafo

de Platero y yo,

J.R. Jiménez.